Los mezcaleros, dedicados a la producción de este destilado tradicional, viven y duermen en la fábrica para garantizar un proceso continuo y meticuloso. Se turnan en sus labores para no abandonar el trabajo, lo que les permite cumplir con sus responsabilidades adicionales en la ciudad sin comprometer la calidad ni la atención que requiere la elaboración del mezcal. Su compromiso y entrega reflejan una profunda conexión con su arte y tradición, asegurando que cada botella cuente una historia rica en cultura y dedicación.